¿Por qué tenemos amigos?
No cabe duda de que los amigos son un aspecto importante en nuestra vida. Son tan significativos que incluso hay quienes los llaman una segunda familia. ¿Qué es lo que hace que queramos tener amigos? Es un tema que se ha discutido desde la antigüedad. Aristóteles ya hablaba de esto en Ética a Nicómaco, Marco Aurelio lo menciona en sus Meditaciones y Cicerón incluso tiene un tratado llamado Sobre la amistad. Exploremos juntos algunas de las ideas más relevantes de estos autores porque, por más sorprendente que parezca, sus ideas siguen siendo vigentes incluso milenios después.
Podemos distinguir principalmente dos enfoques: la amistad nace como un intento por llenar nuestras carencias —buscamos en el otro aquello que no tenemos— y la amistad nace como parte de nuestra naturaleza humana —los buscamos porque somos animales sociales. Ambas posturas se apoyan en situaciones que vemos día a día en cómo nos relacionamos con los demás.
Aristóteles decía que existen tres tipos de amistad: por placer, por conveniencia y por virtud. La amistad por placer es autoexplicativa: son aquellas personas que buscamos porque nos la pasamos bien con ellas. Sin embargo, más que apreciar a la persona, apreciamos los momentos que nos da. Las amistades por conveniencia son similares: aquellas que se basan en un intercambio, el famoso “Le sigo hablando por si algún día lo necesito”. Finalmente, la amistad por virtud, a diferencia de las dos anteriores, es más duradera porque se basa en buscar el bienestar del otro. Es una relación en la que ambas partes se unen porque se importan, se admiran y se respetan mutuamente.
Los estoicos decían que somos animales sociales y necesitamos a los demás. Esto no significa que somos dependientes de los otros, pero sí que vivir en sociedad es necesario y, en ocasiones, necesitamos ayuda. Marco Aurelio lo explica sublimemente: “Lo que es bueno para la colmena es bueno para la abeja”. Es en nuestra independencia que podemos ayudar al otro. La amistad es vista como una alta expresión de la naturaleza humana.
Cicerón nos cuenta que una amistad se logra solo entre gente buena. La amistad solo nace entre personas virtuosas. No estamos con el otro por compasión o lástima, sino porque vemos en ellos parte de nuestra propia virtud. La amistad nos eleva aún más. No se busca la utilidad, sino que en ella nuestros espíritus se elevan. “¿Qué cosa hay más dulce que tener a alguien con quien te atrevas a hablar de todo como contigo mismo?” “La amistad multiplica las alegrías y divide las penas.” (Cicerón, Laelius de Amicitia).
No podemos dar aquello que no tenemos. Una relación basada en la lástima o en evitar el dolor del otro no es sostenible, sino pesada. Es más agradable estar con alguien que (re)conoce su valor. El virtuoso irradia cualidades y busca dar antes que recibir. ¿Qué relación será mejor? ¿Aquella en la que se espera recibir o en la que es inevitable dar? ¿En cuál te gustaría estar? Personalmente, creo que es más probable que compartas tiempo con gente que piensa como tú.
Me sorprende que este sea un tema tan inherente a la naturaleza humana, que incluso muchas de estas afirmaciones de antiguos escritores sigan vigentes. Ahora, yo te pregunto a tí, querido lector, ¿por qué tienes amigos?